“En 1834, por consejo del líder moderado Martínez de la Rosa, hecho primer ministro, María
Cristina promulgó un Estatuto Real (...).
El Estatuto fue una concesión de María Cristina a los liberales, cuya ayuda necesitaba frente a los
Carlistas. Era una afirmación del liberalismo clásico novecentista del que los Moderados habían llegado a ser representantes. Corporeizaba el deseo de limitar el absolutismo por medio de un parlamento representativo de los elementos responsables de la sociedad, y, a veces, instituía un sufragio limitado para hacer frente a la amenaza de dominio de unas masas irresponsables e incultas, a las que los Moderados consideraban fácilmente influenciables por frailes fanáticos o radicales apasionados. El Estatuto no reconocía la soberanía popular, pues el liberalismo moderado no significaba la democracia.”
Herr, R.: Ensayo histórico de la España contemporánea. Madrid, 1964.
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