“[…]
Cuantos me han escrito muestran igual convicción de que sólo el
restablecimiento de la monarquía constitucional puede poner término
a la opresión, a la incertidumbre y a las crueles perturbaciones que
experimenta España. Dícenme que así lo reconoce ya la mayoría de
nuestros compatriotas, y que antes de mucho estarán conmigo todos
los de buena fe, sean cuales fueren sus antecedentes políticos,
comprendiendo que no pueda tener exclusiones ni de un monarca nuevo y
desapasionado ni de un régimen que precisamente hoy se impone porque
representa la unión y la paz.
No
sé yo cuando o cómo, ni siquiera si se ha de realizar esa
esperanza. Sólo puedo decir que nada
omitiré
para hacerme digno del difícil encargo de restablecer en nuestra
noble nación, al tiempo que la concordia, el orden legal y la
libertad política, si Dios en sus altos designios me la confía.
Por
virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre,
tan generosa como infortunada, soy único representante yo del
derecho monárquico en España.
[…] Sea
lo que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen español ni,
como todos mis antepasados, buen católicos, ni, como hombre del
siglo, verdaderamente liberal.”
Alfonso
de Borbón
Nork-Town
(Sandhurst, 1 de diciembre de 1874)
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