(…) En adelante, Madrid, al igual que Barcelona, se convierte en una gran aglomeración obrera cuyos tentáculos no cesan de extenderse sobre la Meseta. Los precios de las viviendas han subido considerablemente en los barrios céntricos, y las clases populares se ven repelidas hacia la periferia. A los bonitos barrios del oeste, que más que nunca son el dominio reservado de las élites sociales, se oponen la multiplicidad de las ciudades obreras- satélites (…)
Sin embargo, gracias a estas construcciones, el acceso al piso favorece la integración social del obrero. El coche desempeña un papel similar. A menudo se compra gracias a un trabajo extra cuya rentabilidad para el país es discutible (sistema de pluriempleo) (…)
En otro terreno, la llegada de masas de turistas (…) ha ayudado a poner en tela de juicio las costumbres y los prejuicios de una sociedad profundamente marcada por la reacción religiosa y el puritanismo franquista (…)
E. Temime, A. Broder y G. Chastagnaret. Historia de la España contemporánea. Ariel.
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